Templos y Ex Conventos

    Los Siete Príncipes

Ex Convento de Los Siete Príncipes

El conjunto arquitectónico de los Siete Príncipes no fue un proyecto integral desde el inicio. El templo y ex-convento fueron dos construcciones independientes con diferente advocación que con el tiempo se consolidaron como una sola. La primera obra fue el templo. Este tuvo como antecedente un santuario dedicado a los Siete Príncipes. Dada la gran devoción a estos santos, los vecinos del barrio, encabezados por el presbítero Juan Diego Martínez Castellanos, solicitaron licencia para la construcción de una capilla. La autorización la dio el marqués de Casa Fuerte y Virrey de la Nueva España, Don Juan Acuña, el 24 de julio de 1730.

La dedicación del templo la hizo el ilustrísimo señor Don Buenaventura Blanco y Helguero, entre los años de 1755 a 1764. El convento fue fundado por el Obispo Don José Gregorio Ortigoza, quien pensó en un convento similar al de las capuchinas, de Corpus Cristi de México, destinado exclusivamente para religiosas indígenas.

El lugar elegido para su edificación, fueron los terrenos anexos al templo de los Siete Príncipes, recién terminado. La bendición del convento, bajo la advocación de nuestra Señora de los Ángeles, la realizó el Canónigo Don Juan Pedro Alcántara de Quintana, el 29 de enero de 1782. Las primeras fundadoras del convento de indias capuchinas de Oaxaca, procedentes del de Corpus Cristi, hicieron su entrada formal el 24 de enero de 1782. A causa de las Leyes de Reforma, en 1863, el convento fue expropiado y vendido a particulares. En 1890 fue comprado por el obispo don Eulogio Gillow, quien lo restauró para instalar ahí una escuela de artes y oficios para gente pobre y de clase media. A su muerte, el inmueble quedó en manos de particulares, lo cual provocó su abandono y su ruina.

En 1933 fue declarado monumento histórico y, en 1963, el Gobierno del Estado inició su restauración para albergar la actual Casa de la Cultura de Oaxaca; sus anexos son ocupados por el Archivo General del Estado.



El templo de los Siete Príncipes se caracteriza por su pórtico, sobre el cual se ubica el coro; ambos elementos dan pie a la portada principal. Este ejemplo, junto con el del Carmen Alto, es únicos y diferentes a las tradicionales portadas de los templos oaxaqueños.

El pórtico tiene dos accesos (al norte y oeste), compuestos por arco de medio punto. Está cubierto con bóveda de lunetos, decoradas con pétalos de flores. La vista principal del coro, al oeste, define la portada. Al centro presenta una ventana coral adintelada, flanqueada por dos nichos con venera y peana, que alojan a las esculturas de los arcángeles San Miguel y San Rafael. Estos nichos presentan un curioso marco, cuyo remate roleado manifiesta la influencia del rococó mexicano. Sobre la ventana está un nicho con la imagen de nuestra Señora de los Ángeles y, aunque su altura rebasa la del coro, éstos se integran por medio de molduras y cornisamentos. El nicho también da pie al remate de la portada, conformada por roleos y pináculos. El interior del templo es de una sola nave con capillas laterales. La cubierta combina bóvedas vaídas, de lunetos y de cañón corrido. La decoración esencial del interior lo constituye el retablo principal; es de estilo neoclásico y data de principios de siglo. Al centro del retablo está ubicado el nicho que aloja a Nuestra Señora de los Ángeles; en los intercolumnios están ubicados los siete arcángeles, Los Siete Príncipes, que dieron nombre al templo, y que representan el muro de potestades que custodian el trono del Señor: Miguel, Gabriel, Rafael, Uriel, Raquel, Baraquiel y Yuliel. Las figuras son todas de madera tallada y estofada. El ex-convento tiene por único adorno exterior la portada de ingreso. La puerta tiene jambas y dintel decorado con rombos y flores. La clave está decorada con un escudo de la orden franciscana, a la cual pertenecían las capuchinas. Arriba, un nicho con venera y peana, aloja la escultura de San Francisco, flanqueado por columnas corintias que soportan un entablamento con pináculos y una cruz de piedra. Complementan esta portada una serie de roleos y pináculos, en el cerramiento del muro.

El interior conserva dos claustros, uno de dos niveles y otro de uno; cada claustro cuenta con corredores y arcadas de medio punto en sus cuatro lados. En ambos espacios son interesantes las estructuras de las cubiertas, a base de viguería y bóvedas de arista. En el claustro principal es interesante la fuente octagonal por sus finos tallados de cantera verde. Los antiguos dormitorios, comedor, sala capitular y otras dependencias del convento, hoy se han convertido en espacios para la enseñanza y expresión cultural de la población oaxaqueña.

Casa de la Cultura Oaxaqueña

A partir de 1971 la Casa de la Cultura Oaxaqueña nace en este espacio y pronto se arraiga en el ánimo popular, consolidando una larga relación de “buenos vecinos” al tiempo que se privilegia la antigua vocación del edificio de las Capuchinas Descalzas, que desde su origen dio albergue al quehacer espiritual, sólo que esta vez el instrumento para enaltecer la condición humana, sería precisamente la cultura.
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Cómo llegar

Se localiza a 8 cuadras al Sureste de la Plaza Central (Zócalo) en la Calle de González Ortega, entre las Calles de Cristóbal Colón e Ignacio Rayón.

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